foto: cocreación gobierno-grafiteros en la Ciudad de México de 2016
Era el tiempo en que yo iba por la mágica ciudad de Oaxaca como poeta callejero, y solo gracias a la poesía podía vivir. A veces por la mañana le pedía fiado a la señora para imprimir las primeras copias de la nueva poesía escrita por la noche para que la comprara la intelighentia oaxaqueña sentada en las mesitas del Alameda bajo los laureles de la India con sus cafés y chelas esperando que llegaran las 11 y con ellas el diario La Jornada desde México.
Y con el diario llegó la noticia de la visita del papa a México, era el enero de 1999, justo al final de los tiempos.
A veces ni dormía yo por las noches siempre tibias y me la pasaba chupando con el escuadrón de la muerte atrás del mercado, o a caminar llegando hasta las montañas para pasar el tiempo cuando todo había cerrado, otras veces en que tenía más efectivo y ganas de descanso rentaba un cuarto por quincena en casas populares o por día en hotelitos de mala muerte, pero por la venida del papa ¡no! Quiero estudiar el fenómeno como buen antropólogo y así rento un cuarto pagando tres días adelantados en un buen hotel con televisión y llevo conmigo una buena provisión de drogas y hierba y tabaco y tal vez algo de comida y ahí estoy, esperándolo.
- No puede entrar, el avión blanco papal se está retrasando por un fuerte viento contrario en el golfo de México viento que lo rempuja pa’fuera – así anuncia el locutor de la televisión, mientras que ya un “millón y medio” de personas lo van esperando en el aeropuerto donde está armado un blanco escenario faraónico, con todo el clero en riguroso orden jerárquico y entre los cardinales lo veo: ahí está un alienígena en ropaje de alto católico que no puede esconder su cara de gris extraterrestre; no me asusto, estoy bien acostumbrado a estas cosas, soy vidente, y el hecho es más bien una confirmación por mi, siempre había sospechado que la iglesia esté infiltrada. Lo que me llama particularmente la atención es este viento que le impide al avión papal de entrar, ya pasó casi una media hora desde que tenía que llegar y el viento sigue.
¡México strikes back! pienso yo, bien feliz e interesadísimo y, para participar en la contienda, me preparo una buena inyección de cocaína, la tercera parte de un gramo, y no la mezclo con heroína esta vez lo quiero bien high, puro madrazo, que aguanto como de costumbre en la postura yoguica del loto metiendo el flash dentro la espina dorsal porque se me suba kundalini, mientras que la televisión anuncia: – ¡el papa se sintió mal! – el viejo no aguanta, jajaja México no es un juego - después de una hora con el avión en el golfo que no logra avanzar hacía la tierra el papa sufrió un malestar cardiaco, pero en el avión hay su medico personal el cardinal Lázaro Cárdenas que ahora lo va a tratar – sigue el locutor, y yo pensando ¡Lázaro! es el mismo, claro Jesús lo resucitó y ¿donde podía ir por dos mil años si no ampararse en la Iglesia? y claro que él se entiende bien de viejez y mantiene en vida el papa tan viejito con su magia del inframundo… pinches brujos… y tengo un momento de compasión, o debilidad, y en el medio de mi poderosísimo flash de coca le pido a los espíritus guardianes del país que no lo maten que a lo mejor lo dejen pasar, a ver que…
- Ya bajó el viento en contra y el avión papal está llegando a la Ciudad de México, preparámonos por una acogida ejemplar – dice el reportero y sacando un espejito de bolsillo agrega – alguien lanzó la idea de dar la bienvenida al papa con la luz y los miles de asistentes en el aeropuerto están todos con los espejitos en las manos… - jajajaja bien cabrones los mexicanos, pienso yo: el espejo es la primera herramienta de defensa chamánica contra los ataques energéticos de todo tipo, van bien protegidos, y de hecho cuando el papa se asoma a la escotilla del avión Alitalia con las insignias de Vaticano, pero prestado gratis por el estado italiano que no tiene nada pero nada a que ver y que a veces cobra el viaje de vuelta al país huésped, tiene que protegerse el viejo los ojos con las manos porque está totalmente deslumbrado, se ve el resplandor causado por centenares de miles de reflejos de espejos concentrados en un punto que casi lo quema como un rayo laser de ciencia ficción ¡guau! y que enceguece totalmente al papa… Y la cosa dura y dura y dura y está dura para los ojos aún de un espectador de la televisión como yo, que regocijando voy de tanto acontecimiento, sí valió la pena de gastar por este hotel: seguir el asunto aquí bien puesto y con el cinturón abrochado no tiene precio.
Y después empieza el viento, fuerte viento que impide al papa de pronunciar su primer saludo desde la puerta del paraíso volador blanco-amarillo Alitalia desde el alto del cual quiere saludar con la mano por lo menos pero la mano le corre a agarrar el gorrito blanco, aquel en estilo judío, que si no se le vuela del coco.
Yo me preparo otra mientras que el papa baja la escalera y se va a subir al escenario faraónico que lo espera, él toma asiento y yo me inyecto mi bombazo transdimensional con función vista espía a rayos x y y z a gamma penetrante que se fija en la enorme lona blanca que hace de fondo al escenario con el asiento del papa chiquito en frente de tanta pantalla en la cual de repente veo una sombra enorme, alta tal vez diez metros o más: è Ganesh!
Mientras que al papa se le vuela el gorrito por el fuerte viento que se mete en el micrófono y es amplificado por todas las maxi-bocinas del aeropuerto a sus miles de asistentes pasmados y zumbando hasta en mi cuarto al último piso de un hotel oaxaqueño, concentro mi atención en el intentar escuchar las palabras que aquel Ganesh de pié, alto y flaco come se ve solamente en algunas pintura indianas muy antiguas, empieza a pronunciar. Es un discurso largo palabras fuertes ancestrales que abarcan varios temas e idiomas desconocidos pero las que recuerdo fueron aquellas regañando al papa por lo que le estaban haciendo a mi hija Parvati de 13 años, que entonces se encontraba sola en Italia en un colegio escolástico.
Ganesh sigue hablando mientras que el papa lo intenta varias veces acercándose al micrófono pero siempre el viento se lo impide, a veces pronuncia una silaba o dos e inmediatamente el silbido crece y se apodera de todo el espectro del audible. Quien sabe si Ganesha habla en una frecuencia en la cual todos puedan escucharlo… yo seguro (días después en un camión de regreso de la sierra oaxaqueña, donde fui a comprar heroína en la fabrica, comentando el hecho a los demás pasajeros de pié conmigo tambaleando amarrados al viejo bus regional me contestaron que sí, que lo vieron que aquí es normal que aquí estamos en México). Dos veces le vuela el gorrito blanco al papa y dos veces sus criados tienen que correr por él, hasta que el papa de repente dice algo que yo nunca hubiera esperado: saluda a los espíritus del lugar, lo dice...
Amansados o más bien reconocidos los espíritus guardianes, el viento se placa, de improviso, y el papa puede seguir con sus alabanzas y discursos.
Después la televisión empieza a transmitir videos pasados de las precedentes visitas de este papa a México: 1979, 1990, 1993… lo ama mucho el papa a este país ¿porqué? Me llaman de inmediato la atención las imágenes de la primera visita en las cuales no parece un papa como lo imaginamos, viejo, santo o culero que sea pero bien venerando y sabio, no, aquí se ve un joven shining nazi rubio guapo agresivo al cual el vestido blanco de papa en vez del gris militar se le ve como disfrace, y sus palabras como que lo sabía todo. Cuando regresa en el ’90 el papa está cambiado, le dispararon, los años y la victoria en contra de los soviéticos los rusos que siempre los polacos odian le cobraron caro, ya no es un jovencito cuando se la pasa con Carlos Salinas de Gortari, el presidente traidor que empezó a vender el país… pero ¡¡¡¡arg!!!! cuando se va después de una semana… ¡¡¡parece más joven!!!!
¡Brinco en el sillón del hotel donde fumaba marijuana!
A ver a ver a ver… y así por la historia de la siguiente visita, la del ’93 me preparo con un speedball, inyección mixta campechana de cocaína con heroína: el flash de la coca sube fuertísimo y primero pero en unos segundos llega la heroína y con ella la calma y con ella baja una cobija existencial de seguridad y calorcito que impide al flash de la coca de volverse realidad o sea de fijarse y, con la ayuda de la postura la intención y la meditación que uso yo, cristalizarse en una visita a otra dimensión de hasta una media hora, o más bien días enteros, y noches transitadas. La heroína te regresa a este mundo de una vez pero no sin haber robado algo al otro. Raides rápidos y furiosos con boleto de vuelta garantizado, que les encantan tanto a la mayoría de los yonquis; pero a mi no, yo prefiero vivir el viaje total con la cocaína pura, y solo de vez en cuando, especialmente si tengo que regresar al trabajo a vender poesía ya que se me acabó la provisión, y pues sí me inyecto una de heroína pura y después a la plaza, a la chamba, a la normalidad, tan fácil. Pero esta vez no, tal vez no quiero estar tan chiflado, que en unos minutos pasa el noticiero de la tercera visita del mismo papa, y me meto el speedball, ojos abiertos pero tranquilo, espionaje low-profile... y ¡sí! Otra vez el papa entra a México viejito y se regresa algo rejuvenecido, diciendo con su sonrisa de buena-mamá-reptiliana: Voy a regresar, amo a este país…
¡claro que lo amas, te vas con lo tuyo, tan fácil!
Me pongo una de pura trance y así descubro que esta energía, estos años el papa los roba a la gente de este país, quien sabe con cual brujería (siempre se le llamó el viejo brujo al papa, o anticristo, y roma como babilonia, en la mejor literatura herética italiana) o con cual técnica demoniaca o alienígena el papa chupa vida, a cada quien unos segundos unos minutitos que concentrándose en él son años y décadas... piramide obscena de sacrificio humano. Y… ¡visión horrible! Me doy cuenta que el tributo de sangre no está repartido en toda la nación si no solo en su componente indígena: tal vez un antiguo pacto infame entre la iglesia y la colonia, a los tiempos que los reyes europeos negociaban con el papa. Ahora él da ordenes. Es la costumbre: por eso este papa nunca se muere, parece viejísimo pero no, sigue, y estaba bien convencido de poder hacer lo mismo esta vez… pero no, pasó algo, probablemente el levantamiento zapatista del ’94 despertó a unos espíritus guardianes del país, sí. Y los Chakmuls le dieron un ¡STOP! al papa esta vez. Y Tlalóc le envió viento a recibirlo en el golfo, y fue una negociación con el papa por medio de su doctor-embajador, el cardenal-general Lázaro Cárdenas, y pudieron pasar, al fin. Pero otra vez quería pasarse de listo al aeropuerto saludando solo a Guadalupe, que supo imponerse ya en el principio, e ignorando los otros dioses de aquí… Otra vez viento, y regaño de Ganesh, que no se sabe como pero está aquí también ¡ay claro él es el Cerro Quemado! Y sí, el papa saludó, que es una manera de pedir permiso a los espíritus de aquí... pero yo no confío, no totalmente, y tengo que meterme, y se porqué estoy acá porque tanto hotel y televisión, tengo que participar, es una guerra ¡tenemos que impedirle al papa de chuparse la juventud a los indios! y a nosotros los rebeldes los inconformes los artistas los exploradores los libres… es mi guerra y me consagro.
Más tarde por la noche la televisión pasa y pasa documentales papales y entrevistas y comentarios del happening, y yo me pongo tranquilo a prepararme un super shot de cocaína, piernas cruzadas, postura del loto, y ándale el flash me lo empujo por la espina dorsal, sube kundalini a la velocidad de la luz y bum salgo de la cabeza como un cohete en los espacios astrales, lo que más me gusta mi vicio mi osadía mi gloria...
¡TLAK!
El dolor es terrible aún no esté en mi cuerpo físico, ahí arriba de la cabeza tengo una conexión con mi consciencia que viaja en el infinito, tengo una conexión con el cielo con la energía cósmica; muchos videntes ven un hilo de plata que sal del tercer chakra y une el cuerpo físico al cuerpo astral durante el sueño, y alguien agrega que si a caso se rompa el hilo se muere uno, o como mínimo se le pierde el alma. En cuanto a mi no es este el caso, yo empujo Kundalini arriba por la Sushumna el canal de energía que recorre la espina dorsal y después junta el tercer ojo, la sumidad del cráneo y el séptimo (y octavo) chakra que está fuera del cuerpo físico: la Sushumna es el canal de la energía espiritual, la autopista de Kundalini... y ahí me atacan. La conexión vital es como un cable de acero de estos que se usan justamente por los elevadores, es como una trenza de hilos de acero más sutiles que todos juntos forman el cordón dorado y cada vez que oigo el ¡TLAK! es unos de estos hilos pequeños que se quiebran ahí justo sobre mi cabeza, y me duele hasta físicamente todo el cráneo por la eco de la ruptura causada por el ataque de los voladores, que no son aves, no son platillos voladores pero algo así cyborg y eficaces, no es la primera vez que me pasa, siempre pensé en alienígenas pero esta vez hay la entrevista de un cura a un cardinal que pasan en la tele y el cardinal da vuelta a la cabeza a mirar hacía mi, y penetrando la pantalla me dice: - ¡nos vemos al elevador! - chingao, declaración de guerra.
Compro un par de zapatos, unas botitas tenis, lo más barato, de plástico, pienso de necesitar un buen aislante, ya que cuando no estoy en el hotel camino, camino muchísimos hasta tener ampollas en los pies, pero cuando la policía me para para chequearme (me llevaron al bote 15 veces mientras en Oaxaca, al final se cansaron, y ya ni me cobraban para salir, pero esta es otra historia) y ven las ampollas en mis pies les digo totalmente convencido : - ¿ya ven que es cierto? ¡el vaticano me ataca con radiaciones! – y declaro de ser como Billy Bis (héroe de los comics de mi adolescencia) o sea un capitán de la Naciones Unidas, con la misión secreta pero autorizada de descubrir las tranzas entre el gobierno mexicano y el papa en contra de los indígenas; me dejan ir y pues pienso que tiene que ser cierto, amparado por el Mundo mismo.
El segundo o tercer día de la visita del papa… vino. La madre de todas las batallas. Casi me muero y no estaría acá a contárselo. Como a las dos de la tarde, estoy sentado en la cama del hotel en frente a la pantalla tv, inyectando enormes cantidades de cocaína pura, otra vez veo la luz blanca vislumbrando fuertísima en el pecho del papa, en su chakra del corazón, demasiado prendido esta vez para pensar en las interpretaciones racionales de que signifique su asiento en el 4º chakra come hice en otra ocasión (reportada en el cuento AEIOU: http://www.teatromagico.us/Blog/?p=1465) estoy solamente concentrado en la batalla, el papa esta diciendo algo en latín en la pantalla sentado en su trono, yo estoy en un flash fuertísimo casi de sobredosis de cocaína, aquellas veces que tengo que batallar para sobrevivir, para no dejar que se revente el foco que se pare el corazón, momentos en los cuales toda mi vida es guerra y solo el enemigo puede salvarme la vida, solo concentrando toda mi energía en contra de alguien, en contra del enemigo de la libertad en turno, normalmente mi papá esta vez el papa, y solo así tener la fuerza de no morir, no para mi más bien por la libertad. Manera muy primitiva diría ahora pero tenía la ventaja de funcionar y solo así sigo vivo, y aquella vez el enemigo era el plan de chupar la energía la vida a los pueblos originarios de México, y toda mi fuerza está en contra de eso.
De repente el papa dice : ¡Locu sta!
Latín otra vez: locu sta, ahí está… que pero en italiano es también la locusta o sea la langosta, aquel insecto que dios envía como plaga a los egipcios ¡y ahora el papa me lo envía a mi! y sale de la tele la langosta negra y se me lanza en la panza y caigo atrás tendido en la cama con la horrible bestia que me tiene prisionero bloqueándome, locu está, y ahí me quedo, clavado a la cama con la langosta negra hecha de asombra y de conjuros horribles en idiomas brujos arriba de mi haciendo estrago de mi vientre e intentando llegar a mi corazón.
Pensé que iba a morir, que me chingó, que el papa había ganado.
Pero aquí estoy a contárselo, y recuerdo que cuando el papa salió del país yo exultaba en frente a la televisión: ganamos, se va a su casa aún viejito el papa, esta vez no chupó, no pudo, se lo impedimos… aún si a mi sí, casi me mata.
Rodolfo de Matteis México 2016