MEMORY TEST


    (leerlo escuchando Shine On You Crazy Diamonds de los Pink Floyd)

***

Solo y vacío al atardecer lo despierta un viento frío que olía a nieve.
    Él está ahí, dobladito casi como un papel desechado, incomodo, incomodísimo, en cima de unas piedras que le dolían en la cadera izquierda, no puede ni respirar, DON DODON DOON y aquellos tambores lejanos en su cabeza. Se levanta, o intenta levantarse y no lo alcanza, fatiga, intenta otra vez, le duele mucho la cabeza y el estomago está patas arriba, y muy raro es este olor.
    Él insiste, marcha a gatas, sube tambaleante en la montaña de basura en donde amaneció esta noche y mira alrededor, piedras, escombros, una vieja televisión ahí tirada entre un montón de pañales que huelen muy feo, un somier derribado, pedazos de palos, varias bolsas de plástico llenas de quien sabe cuales horrores, un espejo o sea la ventanilla de un mueblecito de baño arrancado y ahí tirado, en los rededores más basura.
     Agarra el espejo y no reconoce aquel rostro que lo mira desde atrás del vidrio polarizado, ojos negros y profundos, cabellos duros, barba larga y una expresión absurda
¿QUIEN ERES?
Pero… Yo...
¿QUIEN SOY YO?   
Mira atrás a su pasado y no hay nada, es como una presión en la cabeza que pero empieza desde a dentro en donde la enormidad del vacío presiona en contra de las paredes internas de su cráneo que no explota solo porqué es sostenido por la presión externa de una realidad que llena el escenario de historia, toda la basura ahí llegó después de una vida de uso y aún antes alguien la hizo materialmente, un pedazo de la historia del mundo esta en cada quien de estos residuos que derraman por los rededores de allá. Pero la suya de historia no. No esta, no tiene historia y él se siente como un envase acabada la fiesta sin más vino sin más color sin nada más...  
    El dolor por los picos de la televisión en cima de la cual se había despertado con una pierna en el medio de los pañales sucios y que huelen muy feo, aquel dolor que el viento llamó a gritar, ahora ya no está y él se siente ligero y vacío y su andar es un ir desespercibido en las tinieblas de un mundo en el cual para él no hay historia, aquel avanzar sin saber donde ir, tal vez evitando solamente las trampas del basurero sin licencia, pues bien aquel suyo andar como demente tiene toda la elegancia y la solemnidad de un camino hacia lo desconocido, casi una danza tanto es la ligereza de sus pasos, la gracia del vacío.  
    Él se va hacia su pasado esperando de encontrarlo atrás de una lavadora oxidada o de leer algunas noticias cerca de él en aquel montón de periódicos húmedos.
    Un pájaro huyó en su pasar, croando el cuervo manifestó su contrariedad a la neciedád humana.
    Él busca su pasado porqué sin eso ya no hay futuro, el mundo allí afuera, el mundo de los productores de basura ¡me encuentra a mi también en la basura! ¡Usado vaciado, envase vacío de una vida que no está, eterno presente de un residuo en el basurero! el tiempo se ha ido con su pasado, con su memoria.

    Cansado de buscarla en la basura, cansado del olor picante y del croar de los cuervos, sale del barranco infame y se encuentra bajo unos arbolitos, en un pinar, y más allá está el mar y los balnearios y desde el balneario más cercano a través de el aire temblante y cargada de humedad un sonido, una nota, la larguísima nota de una guitarra vibra en su cuerpo... y las  demás que siguen la primera que fue como de cristal parada en el aire como un rayo que nunca cae, como una lluvia de diamantes suspendida en el cielo fuera del tiempo, las otras notas, aquellas más altas que siguen en el famoso solo de guitarra explotan en sus pantorrillas con la prepotencia de quien regresa a tomar poseso del suyo; resonan en sus pantorrillas como si las hubieran danzadas mil veces, resonan en aquella ganas de correr que lo agarra, resonan en una zona de aquel mar oscuro que es su vida, una zona en donde parecía no estar nada y sin embargo de ahí viene aquella música suave que parece hablarle desde adentro, adentro de sus piernas que corren ahora en la playa, las notas aquí tienen su casa adentro de él, en donde solo se tenía que encontrar el puro nada, aquella cara desconocida en el espejo, aquellos ojos.

      El hecho de tener un conocimiento de las cosas, de saber que son un espejo y un basurero y un pinar o hasta toda la historia de un objeto roto desde el basurero atrás hacia su productor, hacia los materiales que lo forman, hasta la geografía de donde los sacaron... la conciencia, todo el conoce pero eso es normal, es el mundo externo, la única realidad mientras que él es el fantasma, él no tiene la realidad de la experiencia a llenarlo, vacío y desafinado.
    
    Y ahora en cambio esta música suena adentro de él, desde adentro las notas se persiguen por todo su cuerpo y en donde pasan dejan una sensación viva de un pasado aquí a temblar

¡Sí! ¡Esta mano acarició!
Esta mano acuerda su piel, la compuerta de terciopelo a otro ojo negro a otra historia otro mundo que desconocido late en sus yemas que buscan en aire la cara de ella...
¿ella quien?

    Cada nota es como un piso de un elevador que baja profundo en esta chica, un viaje, una apenas pruebadita del asombro de ser mujer, del color que tienen los colores vistos desde los ojos de una mujer.
    Desde estos ojos él se ve a si mismo aquí en frente a ella, tan acerca que la acaricia, y esta cara ahora no le es extraña, es la suya, ella la chica lo conoce lo reconoce y lo mira con cariño y esta nota, esta gira del bajo corre arriba por la parte trasera de su cuerpo y le crea una columna vertebral... ya no más gusano de los basureros sin ni licencia.  
    Como un fluido rosado se difunde en él cuando escucha el órgano, una especie de llamada directa desde el paraíso y las historia de miles de jóvenes rebosan desde el órgano, jóvenes marchando con sus sacos de dormir, peleas en el hogar, huidas, frío, carcajadas
¡prueba este, es un pink floyd!
y la visión de todas estas historias, de todos estos jóvenes, y allí, ahí en el medio de ellos esta él, sentado en una manta a cuadros, era suave la manta como esta música que le corrió en los nervios en las células por toda su vida que fue alimentación de su ensueño, del ensueño de ellos, del ensueño de todos, de nuestro ensueño ¡de mi ensueño!
Él se dio cuenta de que tenía un ensueño, que su vida, sus historias, sus eventos que ahora no acuerda... ni le interesan más porqué él ahora está entre bastidores, es en la matriz de estos eventos, está en el ensueño que los creó, los causó los produció, es el mito, es en el mito, es el mito a lo menos de si mismo, de este yo que escogió de no acordar y que en cambio ahora esto solo de guitarra en su dulce perfección lo descompone y lo limpia y respira ni mas ni menos que la banda sonora de una generación,
aún más la mera estructura de sus emociones.

    Ahora es ella que lo acaricia y sus manos laten como la batería que es su corazón que vibra bajo la piel de ella y acompaña con tambores su mano que se desliza como el sonido de los platillos, pequeño escalofrío que enciende su cara que revive en el recuerdo de ella, de cómo con esta música sus miradas se encontraron en aquel concierto y las caricias, y el saxofón que entró en su cuerpo.

Y ella lo llama: ¡Fortunato!
 

Rodolfo de Matteis 2007