Y la dicha de la puerta de los dioses abriéndose:

-> de un lado el Apocalipsis el desastre el dolor

muros desarrollando grietas
   sus esquinas desmigajadas
ventanas de vidrio quebrado
   lonas de plástico rotas que gritan
   sacudidas incesantemente por el viento
rostros arrugados espantados quemados
   pies que marchan, ojos en los zapatos
   guiando trozos de familias sin rumbo

-> del otro lado leve un viento colibrí rozando el alma

que camina sudando un sudor que no quema que no huele entre piedras y polvo entre matorrales y autopistas
pies que vuelan entre aeropuertos cerrados y verdes frutales invisibles inaudibles
pies con alas que con tiempo y amor se deslizan hasta los omoplatos
el despertar del guerrero de paz del fluir calmado.

Agarrado ahora a la fragilidad de mi ánimo
como a una brizna de hierba doblada por el viento
en una colección de frágiles momentos expandidos
briznas de hierba entrelazadas a crear un techo
tanto fuerte como para resistir las lluvias ácidas y radioactiva.