Hasta un palillo para limpiar orejas tirado en el piso
o un lo que sea de platillo a cocinar, hasta una manzana
Todo está hechizado por su presencia
Cada esquina un fantasma acechando al transeúnte
ahí clavado desde sus acontecimientos y para siempre
Mendigos fantasmas a manos tendidas reclamando vida
Dura la rebeldía a la dictadura de los objetos de los lugares
que detentan el loop continuo el replay imperante
Solo el niño pasa suelto, riéndose.
Rodolfo de Matteis, Tenochtitlan, a 15 de diciembre de 2012