Como niños olvidados en un planeta remoto
(cuando su mama se fue a cruzar constelaciónes lejanas)
con sus ojos grisazules y el pelo rubio bajo unas capuchas marrones
aparecen los duendes.

Sus cabezitas, que embotan detrás una gran roca
como espinas desde el nopal, me miran.
Como si yo fuera el extraterrestre.





Real de Catorce, a 11 de junio de 2002