Y la fuerza del viento llega y destroza las cosas con los aullidos de los árboles y el chirriar de los metales las gentes caminan solas otra vez y así las puedes encontrar en la calle preocupadas de regañarse a si mismas o que le valga madre, a veces.
Las eólicas criaturas que viajan arriba de los vientos las reencuentras encima de los árboles, los muros las cornisas agrietadas en las esquinas de las calles a reír sin frenos con los ojos azules o del color del hielo según tu ánimo o los suyos, y esto no conocerás jamás, y sus miradas te golpean como flechas y los hombres os crearon leyendas, eros, los sátiros o dioniso y aquella es la fuerza del viento el ímpetu el arranque la capacidad de empezar y correr otra vez cuando la luna interrumpe el sueño de los vampiros sin temerlos sino riendo e intercambiando palabras o intenciones en el encuentro y levantar la cabeza a las agujas de hielo y chupar dulces néctares y abrir en do.
A menudo la gente no mira el color de los ojos de los duendes y el viento te arruina el peinado, y es muy cierto y entonces espera que se aplaque que a tropeles duendes eros sátiros o dioniso las leyendas cabalguen el viento, y se vayan con sus flechas envenenadas los ojos sin color el terror en sus rostros y sin menos infames connubios amorosos.
hoy 27 de enero de 1977
[traducida desde el original italiano por el autor Rodolfo de Matteis a 3 de junio de 2010]