un homenaje a Oaxaca - rod elfo 2000
Antes de la guerra ... no podemos decir, porqué no estaba el tiempo.
Seguro en un cierto momento éramos esclavos del hombre blanco.
Tronando sus cañas el marqués y sus sucesores
se comprometieron a destruir todas nuestras culturas:
olmeca, zapoteca, mixteca, mixe, triqui ... y mas.
Él quemó a nuestros hermanos como no hay que hacer tampoco a los árboles,
él violó nuestras mujeres como un animal no sabe hacer ni puede hacerlo.
Contándonos de su dios, muerto por la mano de otro soldado conquistador con
Su misma cara güera, su misma soberbia, su mismo ultraje y... el mismo terror en sus ojos
él buscaba borrar a los antiguos dioses de nuestra memoria.
Y nosotros, los indios, los esclavos, raro caso de hombres sin calzones ni almas...
nosotros plantábamos los laureles de la india... enfrente de la iglesia
que él nos hacia construir al ritmo alegre del chasquear de su látigo.
El sol en ese entonces no estaba tan caliente como ahora,
y el cielo no estaba tan contaminado
... dicen ...
pero, cuando él y sus negros curas quemaban a los depositarios de nuestro conocimiento
los días parecían noches por el humo
que, subiendo a despertar el cielo, obscurecía el sol,
y las noches eran muy calientes por sus hogueras
y no podíamos descansar tan fuertes y horribles eran los alaridos de los cocinados vivos.
¡Miedo fue el pan cotidiano que nos regaló el marqués del valle!
Pero - digo yo – ¿de quién eran esclavos los hombres blancos para portarse tan mal?
···
Por suerte, o mejor dicho por coraje y voluntad de hierro
un día bendito resonaron las trompetas de la revolución:
¡México libre!
y podemos pasear por las hermosas calles del centro
otra vez con la sazón de ser hombres
···
Cuando galanteamos en el Zócalo
como nos gusta a los oaxaqueños
y el quinto sol quema nuestros pinches cerebros
con rayos que saben a tercer milenio aún si no hay almanaque
nos paramos bajo la buena acogida de tan extensa sombrita
que casi no puede creerse que sea producida por los mismos laureles de la india
plantados con nuestras manos
... hace un rato ...
Y frescas y sabrosas son las nieves en el jardín de la Soledad
cuando gozamos del dulce clima que nos regala esta esplendida ciudad
... única en el mundo ...
Y cuando llega la nochecita
paseamos por un mágico Alcalá
abrazados de una surreal luz amarilla
que, tal vez, parece no fueron remplazadas las viejas lámparas de gas ...
Y cuando las lluvias son tan fuertes como nunca
nos abrigamos bajo los portales ...
y si tenemos tan suerte de traer lana en las bolsas
chupamos chelas, tranquilos, sentados en las mesitas
donde se pueden mirar las guapas piernas de las güeras
que hacen cola para llegar hasta aquí ...
Pero, cuando la tierra tiembla, pensamos a
porque nosotros, que tanto sinceramente
e solemnizamos el día de la Independencia
y todos los días sagrados que nos hablan de libertad
parece que queremos ser como los conquistadores de hoy
que no cargan sables ni cañones
si no carteras llenas de verdes dólares
y un singular libro rojo y grandote
que dice: Mexico o Mexique o Messico
y alguien podría dudar que
también para los fieros mexicanos,
sea mas importante el dinero
- disculpe la grosería –
que el espíritu
y la ilustre herencia mexicana
que mucho puede enseñar al mundo entero.
Pero - digo yo – ¿de quien somos esclavos para portarnos como tontos?
Oaxaca - México - 2000
NOTAS
ANTEQUERA: Nombre de la Ciudad de Oaxaca en los tiempos coloniales
MARQUÉS: Hernan Cortés, primer marqués del Valle de Oaxaca