Dedicada a H.P.Lovecraft

EL “DESCUBRIMIENTO” DEL AMÉRICA
(o sea la Carabela a Caballos de Amor)


Cristóbal Colón, Almirante del Mar Océano
tienes que llegar hasta la prohibidísima isla de los grandes antiguos dioses
porque Nyaralothep, el Caos Reptante, acepte de enseñarle la ruta
para aquella ciudad del ocaso que había vislumbrado antes solo en sus sueños
pero sin embargo capaz como la más hermosa de las mujeres
de secuestrar para siempre su corazón de impávido marinero
y de llamarlo a esta odisea que más de una vez ya amenazó su misma vida
a la merced de ignotas olas y de los indecibles monstruos que por cierto ahí se esconden
y de la locura de la marinería con los ojos ya inyectados de rabia y de terror
y de sus callosas manos mercenarias tan listas siempre en agarrar el puñal.

Aquella ciudad fantástica
con sus cúpulas y aquellas torres suyas que parecen despegarse
y agujerear el silencioso mágico ocaso en el cual está siempre envuelta
cuya luz como río desbordando escurre a inundar sus majestuosas plazas
y sus grandes avenidas arboledas y que parece casi bullir cuando baja por las calles
otra ciudad no es si no su Génova
cuando su nodriza lo paseó por primera vez al ponerse el Sol.

Y por las calles de la cual corría muchachito siguiendo a la pelota que rodaba pa’bajo
y más abajo y más y más y que no quería pararse nunca
frente de los ojos de la hermosa vecina cuyas mejillas en florecer
enrojecían al atravesar de él
impetuoso
perseguido como estaba por la vergüenza, del amor.

 

Rodolfo de Matteis, Costa Adriatica, noviembre de 2001